VIOLENCIA ESCOLAR
La violencia escolar, ya sea física como verbal, es un problema de primera magnitud para la
comunidad educativa y la sociedad en general. Cuando la situación no es
puntual, sino que se dilata en el
tiempo, en muchos casos durante meses o años, normalmente aumentando la
gravedad de las acciones, se habla de acoso
escolar o bullying.
Claves de
protección contra la violencia escolar
Los factores de protección o
prevención de la violencia escolar y el bullying serían todos
aquellos aspectos que amortiguan el
impacto de los factores de riesgo, actuando de barrera contra éstos, contrarrestándolos o al menos
minimizando su impacto.
Para que sea efectiva, la prevención de la violencia escolar debe abordarse
desde diferentes ámbitos o
contextos: social, familiar, del agresor o relacionados directamente con
la víctima.
Los factores de protección
pueden actuar como auténticos escudos
contra las indeseables consecuencias del acoso y la violencia escolar. Por
ello, es muy importante saber reconocer estos efectos de protección y
potenciarlos y vehicularlos de la forma más positiva posible.
Entorno social y
familiar
El primer factor de protección
lo constituye un entorno social y
familiar saludable y funcional, pues de esta forma es más fácil que los
miembros de dicho entorno, y en especial los niños y jóvenes, cuenten con unos
recursos psicológicos positivos y válidos para una solución asertiva de los
conflictos.
La escuela
La potenciación desde la escuela
de valores prosociales y el aprendizaje de habilidades empáticas se
perfilan como pilares fundamentales para construir un entorno donde el acoso
escolar sea percibido, por la mayoría, como una conducta indeseable y
reprobable.
La protección
personal
Para protegerse contra el bullying, los jóvenes deberían asumir valores a nivel personal como competencia,
confianza, carácter, conexión y cuidado de los demás. Si a esto le
sumamos un desarrollo emocional
positivo en cuatro áreas básicas: física, intelectual, psicológico/emocional
y social, el número de jóvenes o adolescentes con tendencia actuar como
agresores o como instigadores o sujetos pasivos sería mínimo, lo que permitiría
a las víctimas estar en una situación favorable a la hora de defenderse,
denunciar los hechos o pedir ayuda.
Otro aspecto importante es el autocontrol, ya que favorece la empatía y la
integración social. El caso contrario, el de los niños y adolescentes que no
son capaces de controlarse, provoca conductas antisociales, que pueden ser la
antesala a las situaciones de violencia y acoso escolar.
También es importante promover
la inteligencia emocional en la escuela, si es posible de manera
transversal, para de este forma introducir el tema de la resolución de
conflictos de manera pacífica y creyendo en el consenso en diferentes
asignaturas, contextos y situaciones.
Debemos considerar que el acoso escolar no deja de ser una imitación a la escala del contexto escolar de
situaciones de abuso de poder y de imaginarios sociales que consideran
el uso de la violencia como una forma válida de resolución de conflictos. Es,
por lo tanto, un problema con muchas ramificaciones que para su solución
efectiva precisa de acciones globales y de cambios de mentalidades, lo que en
ocasiones sobrepasa el ámbito de influencia de maestros y equipos directivos de
las escuelas.
CONCLUSIÓN
Para la erradicación del acoso
escolar en las instituciones educativas, tenemos que actuar todos en conjunto
autoridades, padres de familia, sociedad, docentes, estudiantes, etc. etc. Enmarcados
en la resolución de conflicto mediante el diálogo y la mediación, con la utilización
de nuevos métodos.